La imagen de la psicoterapia y sus causas.
En España tenemos poca tradición en lo que a "tumbarse en el diván" se refiere.
Una de las causas es seguramente la deficiente cobertura social. Otra causa puede ser que la consideremos un bien de lujo.
Sea como sea, lo cierto es que lo psíquico no ha alcanzado el Status de lo físico, lo palpable, de otro modo sería difícil entender la negligencia con la que tratamos a nuestros conflictos intrapsíquicos. Un comportamiento tal frente a un problema somático, sería visto por nuestro entorno casi como suicida. Seguimos atormentándonos con nuestros problemas, intentando ignorarlos o superarlos con técnicas de dudosa o nula utilidad, como el tan conjurado “pensamiento positivo“, a veces sin tan siquiera baremar la opción de acudir a un especialista.
Aunque tampoco hay que buscar toda la responsabilidad en el usuario y cabría preguntarse si los psicoterapeutas privados están bien preparados, por ejemplo si piedras angulares de la formación y el ejercicio profesional como son la supervisión regular o el autoanálisis forman parte de nuestros estándares.
Lo cierto es que el mundo aumenta cada día en complejidad y que es muy fácil perderse y muy difícil orientarse en medio de tanta pseudolibertad. Nuestros padres apenas nos sirven de brújula, pues su generación tuvo que lidiar con otras preocupaciones.
No pienso que los estados depresivos, la sensación de falta de sentido o los problemas psicosomáticos (distintas caras de la misma moneda) sean más frecuentes hoy en día, pero en un mundo cada vez más individualista nuestra sensibilidad para percibirlos ha aumentado.
Esto en principio no es ni positivo ni negativo, depende de lo que hagamos con ello.
Si sólo sirve para que además de “sentirlos”, nos atormentemos rumiando sobre ellos, no habremos ganado nada. Si, por el contrario, decidimos abordarlos, existe la posibilidad de que encontremos una salida que nos lleve a un crecimiento personal.
Ya Freud decía que la psicoterapia puede conseguir que: “suframos un poco menos y seamos capaces de tomar un par de decisiones“, pienso que la segunda parte de ésta frase está subestimada.
Antes de seguir con mis reflexiones quisiera aclarar un punto. Los psicólogos, a diferencia de los psiquiatras, tratamos también, y diría que sobre todo, con personas psíquicamente sanas. Gente que ha funcionado más o menos con normalidad durante toda su vida, hasta que les ha llegado la “crisis“. Creo necesario hacer esta aclaración porque existen otro tipo de personas que sufren de trastornos mucho más graves como por ejemplo trastornos de personalidad o depresiones graves con repetidos intentos de suicidio. En la infancia de estas personas encontramos en prácticamente en el cien por cien de los casos abusos, maltrato o negligencia y el tratamiento de estos trastornos es mucho más costoso y delicado.
En este artículo me estoy refiriendo a las personas psíquicamente sanas.
¿En qué nos ayuda la psicoterapia?
Hecha esta aclaración, sería interesante saber de qué manera nos ayuda la psicoterapia. ¿No debería bastar, por poner un ejemplo, la lectura de un manual de autoayuda?
La respuesta es no.
Cuando leemos un manual de autoayuda, en el mejor de los casos, nos reconoceremos en alguna situación allí expuesta. Esto puede darnos un impulso para cambiar algo que no nos guste de nuestra vida, pero las costumbres son tenaces y suelen volver antes de lo deseado.
En el peor de los casos aprenderemos un poco de teoría, la cual no se traducirá en ningún cambio de comportamiento y por tanto en mejora alguna. En términos neuropsicológicos podríamos decir que quedará guardada (la teoría, junto a los buenos propósitos) en nuestra memoria declarativa, pero nuestro comportamiento, nuestra memoria corporal, procedimental, seguirá intacta.
Aquí los avances en neuropsicología nos ayudan a entender por qué muchas veces aun conociendo la teoría al pie de la letra no somos capaces de actuar en consecuencia.
Comportamiento y teoría se almacenan en lugares distintos, y no están directamente comunicados.
En definitiva…
Un buen tratamiento psicoterapeutico nos ayudará a darnos cuenta de incongruencias entre nuestros valores, convicciones, propósitos o deseos y nuestras acciones. Y, si conseguimos superar en tenacidad a nuestras costumbres, esto se traducirá en un cambio duradero y adaptativo en nuestro comportamiento de forma que la sensación de falta de sentido se disipará.
Georgia Ribes.
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