Mente y cerebro

El tema vuelve a ser objeto de discusión. Mente y cerebro..son lo mismo? ¿existe la mente o es sólo una ilusión?  ¿puede ésta afectar al cerebro?

Es un hecho unánimamente aceptado que el cerebro afecta a la mente y casi todo el mundo habrá tenido ocasión de comprobarlo si ha tenido contacto con alguien que haya sufrido un infarto cerebral, si se ha emborrachado o tomado drogas alguna vez.

La mente se altera si el cerebro sufre modificaciones.

Pero...¿afectan nuestros pensamientos al cerebro? ¿Afecta la mente que por definición es subjetiva e inmaterial al cerebro? y ... ¿puede curarnos de las enfermedades somáticas (del cuerpo) o incluso provocarlas?

mente y cerebro

 

Vayamos por partes.

 

Hoy en día, la mayoría de los científicos tienen una visión “monista“, también llamada “reduccionista“, que básicamente dice que todos los procesos mentales son reducibles a la materia. En esta posición, pero llevada al extremo encontramos a aquellos que incluso llegan a negar la existencia de la mente a la que confieren el carácter de ilusión. Según ellos no existe un “yo” que decide sino que las decisiones son tomadas por mi cerebro unos milisegundos antes de que “yo“ sea consciente de ello. El controvertido experimento de *Libet (ver abajo) proporcionó la base científica a este punto de vista.

Esta última posición plantea problemas, pues cuestiona el libre albedrío y con ello, entre otras cosas, nuestro sistema penal actual. Pues, si no poseemos un “yo” capaz de tomar decisiones y no somos libres de decidir....¿tiene sentido responsabilizarnos por nuestros actos?

 

Por otra parte están los “dualistas“, también llamados “cartesianos“. Defienden que el cerebro y la mente son cosas distintas. Así por ejemplo, la Igleisa Católica sostiene una posición dualista ya que cree que la mente sigue viviendo aún sin cuerpo.

Está posición está bastante menos extendida en el ámbito científico.

Se suele atribuir la raíz de ésta dicotomía a Descartes, que dudando de todo encontró como única certeza la existencia de su mente. Descartes diferenció la “res extensa“ (materia) de la “res cogitans“ (mente), pero en sus Meditaciones ya apuntó que el dilema mente-cerebro era un tema muy complejo y que no había que imaginárse a la mente como a un marinero viajando en su barco (el cerebro) sino que más bien existían un sinfín de interacciones entre ambas.

Sea como sea, la visión de una mente separada del cuerpo es la que domina el trabajo práctico de la mayoría de los profesionales de la salud. Los médicos examinan el cuerpo casi como si fuese independiente del resto de la persona. Cuando no encuentran nada somático probablemente adviertan que la causa del malestar puede ser psíquica o psicosomática. El paciente, por regla general, se sentirá ofendido al recibir tal diagnóstico, pues psicosomático se asocia (erroneamente) con “imaginario”, “inexistente”, “es mi culpa” y cosas por el estilo.

 

Por otra parte también los psicologos suelen olvidar (o al menos desentenderse de él) el aspecto somático.

Me parece interesante la crítica que le hace von Uexküll (uno de los pioneros de la medicina psicosomática) a Freud. Le acusa de haberse centrado cada vez más en los aspectos psicológicos y culturales de la mente humana y haber colaborado con la fundación de su nueva ciencia para mentes sin cuerpo, el psicoanálisis, en la creación de una medicina para cuerpos sin mente.

Antes de seguir cabría preguntarse qué es exactamente una enfermedad psicosomática. Wikipedia nos dá esta definición:

El término psicosomático se puede definir como el proceso psíquico que tiene influencia en lo somático. La medicina reconoce la importancia de los procesos emocionales en la aparición y desarrollo de algunas enfermedades, pero este extremo es difícil de cuantificar y precisar por depender de factores y variables difíciles o imposibles de estudiar con el método científico.“

Le sigue una enumeración de enfermedades de las que se sospecha que pueden tener una causa psíquica. Pero lo cierto es que la medicina está muy lejos de conocer la causa en la mayoría de las enfermedades.

Mucho más coherente me parece la corriente que define mente y cerebro como dos caras de la misma moneda, distintas expresiones de lo mismo e irreducibles la una a la otra. Una subjetiva, privada y otra más o menos cuantificable desde el exterior.

Si esto fuese así, inevitablemente se influirían mutuamente al estar directamente relacionadas y cualquier tratamiento afectaría a ambas. Abandonándo la búsqueda de la causa para centrarnos en el tratamiento nos encontrariamos con que todas las enfermedades ( y todos los estados psíquicos) serían psicosomáticas. Thure von Uexküll llama a este enfoque biopsicosocial. O, como Gerhard Danzer apunta, ¿por qué no biopsicosocioespirituales?. Desde esta posición se tendrían en cuenta los procesos genéticos, biológicos, psíquicos, sociales y espirituales (filosóficos, estéticos o religiosos).

 

Que esto no es así en la práctica, en la que el paciente (a consecuencia de la privatización de los hospitales) es visto cada vez mas desde un punto de vista (bio)económico, tiene sus consecuencias. Una de ellas, que en Alemania está especialmente extendida, es el rechazo de la "Schulmedizin" (medicina tradicional), que conlleva que mucha gente acabe prefiriendo ir al homeópata que al médico o al psicólogo pues, independientemente de que las polémicas píldoras surtan efecto o no, éste sí examina a la persona en su totalidad.

* En este controvertido experimento sobre el libre albedrío, realizado por el fisiólogo Bejamin Libet en 1979, los sujetos debían mover un dedo en cualquier instante elegido en un período de diez minutos. Mientras tanto su actividad cerebral era registrada. Libet descubrió que el cerebro del sujeto se preparaba para tomar las decisiones casi un segundo antes de que este fuera consciente de ello. Este experimento ha sido objeto de numerosas críticas y discusiones. 


Georgia Ribes

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