La madre mediterránea

No es una categoría diagnostica ni tampoco una apología de las madres.

Cuando era (más) joven, un par de amigos y yo soliamos referirnos así a las madres típicas de nuestro entorno, el mediterráneo. Por ejemplo: quedábamos para ir a la playa y alguna de nuestras madres le había preparado con esmero algo para comer a su hijo/a: madre mediterránea. Era algo así como una madre sobreprotectora o hiperatenta a los posibles deseos o necesidades de sus hijos (en especial de los varones, por suponerles más torpes en las cuestiones prácticas). Nunca definimos el concepto pero, tácitamente, todos sabíamos a que nos referiamos.

La madre mediterranea

La madre mediterranea es una madre devota de sus hijos y de sus funciones. Es, normalmente, ama de casa, aunque no es infrecuente que en su tiempo libre trabaje. Ha educado a sus hijos en los roles de género clásicos. Esos roles, que ahora llamamos machistas, eran los que había aprendido de sus padres, cuando prácticamente el único medio de transmisión de valores y actitudes era ese, de padres a hijos.

Es una generación -la de las últimas madres mediterraneas- de transición que se vió enfrentada de pronto a los valores de la modernidad como feminismo, independencia, individualidad, éxito.... Sin posibilidades de aplicarlos a su propia vida , se esforzó —a veces— en transmitirlos de forma verbal, pero en su conducta, mucho más impregnada de pasado, seguían vigentes los valores "tradicionales": importancia de la familia, diferenciación de roles, humildad, incluso sumisión al hombre...

 Al igual que el hombre que se jubila y se encuentra de pronto frente a la nada puede comenzar a tener problemas de salud, depresiones u otras dolencias de las que hasta ese momento se había visto libre (gracias al trabajo), la madre mediterránea puede tener problemas cuando su misión está supuestamente cumplida; a la hora de aflojar las riendas de sus hijos, de dejar que se lancen a la vida sin su protección, que se emancipen.  Hoy en día emancipación puede significar distancia y perdida de contacto (directo).

En Alemania, por razones históricas que no vienen al caso, hay más gente que tiene poco contacto con sus padres. Les sorprende oír que muchos españoles, aunque estén en el extranjero, cuiden tanto el contacto y puedan llegar a hablar todas las semanas (y a veces más a menudo) con ellos/as. Es frecuente la típica broma —con la crisis se vuelve a oír más a menudo— del sureño que con 30 años vive en casa de sus padres, que no está emancipado.

Pero, ¿qué es emanciparse?  En mi opinión no es romper el contacto (aunque a veces puede no haber más remedio), ni tampoco haber roto el contacto significa estar emancipado.

Emanciparse puede ser por ejemplo tener libertad a la hora de tomar decisiones, ser capaz de asumir responsabilidades, ser independiente económicamente, ser capaz de disentir de las opiniones paternas o de formar una familia. Además, en cada sociedad y cada época la emancipación significará algo distinto.

Sea como sea, ser madre/padre es una tarea muy difícil. Para ello no tenemos más preparación que la que nos han transmitido los nuestros (sí, hay muchos manuales, pero su utilidad  práctica es muy reducida). Y si ser padre es difícil, en mi opinión, ¡ser hijo es más dificil todavía! No en el sentido práctico; está claro que los padres invierten más energia en la educación de sus hijos, que pasan más noches en vela y se precupan más. Pero sí en el sentido de que los hijos están mucho más indefensos, más a la merced de estos, son mucho más influenciables, más moldeables y manipulables. La influencia (el poder) que un padre tiene sobre un hijo es infinitamente mayor que al revés y de este poder, como de cualquier otro, también se puede abusar, aunque esto ocurra, casi siempre, de forma no totalmente consciente.

Como dice un chiste alemán: cualquier precaución es poca a la hora de elegir a los padres. Cada uno tiene los que tiene y le toca aprender a lidiar con ellos, o como decía Freud metafóricamente: superar el complejo de Edipo.


Fuente: Georgia Ribes Zankl

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Comentarios: 1
  • #1

    Maria Isabel (martes, 02 abril 2013)

    Que sepas que ya sé hacer paella y que ahora solo quiero que Simón Agulles coma y coma, así estoy tranquila. Solo me faltaría que de una vez por todas me den la nacionalidad española y convertirme entonces en madre mediterranea.

    Está muy bien este artículo, ojalá la suegra lo leyera...

    Un abrazo!

    Maria