Psicopatía cotidiana

El psicópata es una figura común en las películas de gangsters.

 

Puede que parte del éxito de estas películas se deba a que nos permiten dar rienda suelta a emociones que de otra forma se viesen obligadas a permanecer ocultas. Aunque sólo sea por un momento y en forma sublimada, al Hyde que llevamos dentro se le permite salir a la superficie.

 

Y la fascinación que la figura del psicópata ejerce sobre nosotros puede deberse, en parte, a la secreta admiración que nos produce ver como él sí es capaz de vivir intensamente su "Hyde".

 

Además, las peliculas de gangsters, a diferencia de otras mas cotidianas al estilo Hanecke, nos permiten disfrutar de emociones extremas sin que lleguemos a identificarnos tanto con los personajes que sigamos sufriendo con ellos una vez terminado el film. Nuestra vida, en general, suele parecerse tan poco a la de estos mafiosos, que el esfuerzo mental que tenemos que realizar para separar la ficción de la realidad es mínimo.

 

Lo contrario ocurre con peliculas como "Amor", en la cual el sufrimiento se siente amenazador, por cercano y probable -o  al menos posible-, de forma que días después de ver la película aún podemos sentir una especie de malestar o incomodidad difusos.

 

Después de ver Scarface tuve una discusión sobre el personaje de Al Pacino. Mi interlocutor decía que Mikel era un psicópata y que además el papel estaba mal definido y no era creíble. En mi opinión el rol es coherente y genial, lo que ocurre es que Mikel no es el clásico psicópata.

 

¿Qué es la psicopatía?

El término psicopatía apareció en el siglo XIX para referirse a un trastorno de personalidad en el cual las facultades mentales de la persona afectada parecían intactas sufriendo esta de una especie de "idiotía moral".

 

Etimológicamente el término viene del griego y esta compuesta por psique (ψυχή "alma") y pathos (πάθος "dolor, sufrimiento"): sufrimiento del alma.

A lo largo de la historia el término ha ido sufriendo modificaciones para poco a poco ir introduciéndose en el vocabulario popular.

 

Con esto quiero decir que hoy en día casi todo el mundo tiene una idea de lo que significa ser un psicópata. Y además la idea popular coincide en mayor medida con la definición oficial (la de los manuales diagnósticos CIE-10 o DSM-IV) que en el caso de otros trastornos como, por ejemplo, la depresión o la esquizofrenia.

El problema es que la definición no está demasiado clara y existen términos similares, como sociopatía o trastorno de conducta antisocial, cuyas fronteras con la psicopatía clásica no están claras.

 

 

La diferencia fundamental parece ser que el termino psicópata abarca tanto rasgos de personalidad específicos como de conducta antisocial mientras que el trastorno de la personalidad antisocial se restringe a lo segundo.

Se calcula que el porcentaje de presos con trastorno de la personalidad antisocial es del 50 al 80 %, por el contrario, los psicópatas estarían bastante menos representados entre la población encarcelada con un mísero 15%.

El porcentaje entre managers y políticos no está tan claro -realizar estudios de este tipo con esta población no debe ser tan fácil- pero seguramente no difiere mucho. Por lo que concierne a los políticos, la violación de las leyes y normas es cotidiana y está -más o menos- socialmente aceptada. A veces estas violaciones se traducen en nuevas leyes, como en el caso de Berlusconi, que las va cambiando a su antojo y conveniencia.

Y es que hay muchas maneras de violar la ley.

Y, como decía Celine: "Sólo hay que ser lo suficientemente desvergonzado para que a uno le dejen hacer lo que quiera. Para los desvergonzados existen otras reglas". Yo aún diría mas: son ellos, " los desvergonzados", los que las establecen.

 

Los rasgos de personalidad que caracterizan al psicópata son la falta absoluta de empatía asi como la ausencia de sentimiento de responsabilidad, remordimientos y conciencia social. Estos últimos son sentimientos complejos que están directamente relacionados con las emociones básicas del miedo y la vergüenza. Se dice de ellos -los psicópatas- que suelen ser encantadores y manipuladores y tienden a buscar el poder sobre las personas o situaciones.

Popularmente se suele creer que intentan esconder a la persona que hay detrás, al Hyde, pero quizás lo que pretendan esconder sea la nada, el vacío, el fracaso a la hora de desarrollar UNA, cualquiera que sea, personalidad. Esto último explicaría su tendencia camaleónica.

 

El personaje de Mikel en Scarface no encaja en esta definición.

 

Él sí parece tener cierta empatía y remordimientos y, sobre todo, y esto queda claro en muchos momentos del film, mucho miedo (una forma de vencer al miedo es avalanzarse sobre él, la estrategia de Mikel, pero su obsesión en protegerse no puede ser otra cosa que miedo).

 

Con ayuda de la fRMT y otras técnicas de imagineria cerebral se han encontrado disfunciones y alteraciones morfológicas en el cerebro de los psicópatas y estas afectan sobre todo a la corteza orbitofrontal, la amígdala y el hipocampo. Estas regiones se relacionan comúnmente con el aprendizaje, y sobre todo el uso adecuado, de las normas sociales, con la memoria y el miedo.

 

 

Seguramente todos conocemos a alguien cercano con rasgos psicopáticos y por regla general no suelen ser peligrosos. Más bien son personas a las que les cuesta establecer relaciones profundas y duraderas.

 

Un caso muy interesante de alguien en el que yo encuentro todos estos rasgos de personalidad y que se dió a conocer no como psicópata sino como suplantador es el de  Gerd Postel, un señor alemán que se hizo pasar durante muchos años por psiquiatra. Aunque al final fue detenido, llegó a codearse con médicos importantes y a ser jefe de planta en un hospital psiquiátrico durante un periodo prolongado. En su (recomendable) libro "Doktorspiele"- Juegos de médico - describe su increíble historia (aunque teniendo en cuenta su tendencia patológica a la mentira hay que contar con que el relato no esté exento de ellas) y cómo consiguió engañar al sistema entero durante tanto tiempo.

Menos investigadas estan las causas de este trastorno.

Las correlaciones entre las alteraciones morfológicas en la corteza cerebral y la conducta psicopática llevan a algunos atrevidos a sugerirnos que estamos ante un trastorno innato. Pero hoy en día sabemos que el desarrollo del cerebro es un proceso que dura toda la vida. En el caso del lóbulo frontal, por ejemplo, el desarrollo no concluye hasta pasada la adolescencia o incluso la primera juventud. Y tambien se sabe que para interferir en este desarrollo no son necesarios grandes traumas, sino que hay un sinfín de pequeños fracasos cotidianos con devastadoras consecuencias, sobre todo si ocurren en la infancia temprana que es cuando se sientan los fundamentos.

 

El neuropsiquiatra infantil americano B. Perry, al que suelo remitirme a menudo, describe el caso de un adolescente de buena familia y hasta ese momento sin problemas con la justicia que de pronto comete un crimen atroz, del que además es incapaz de arrepentirse.

 

En su familia, de clase alta, no se encuentran antecedentes y de no haber sido por la insistencia de Perry a la hora de reconstruir la biografía del criminal, habría tenido que concluir que no existían causas psicológicas importantes que pudiesen contribuir a solucionar el enigma.

 

Pero gracias a su insistencia, pudo averigüar que los padres del niño habían fracasado a la hora de proporcionarle unos lazos emocionales seguros y estables. Durante su primer año de vida el niño había cambiado 14 veces de cuidadora y, además, el cambio se producía cada vez que la madre observaba que este establecía un lazo emocional con la babysitter y se sentía desplazada por esta. Al final, el bebé, desanimado, dejó de reaccionar a sus cuidadores, pero el daño ya estaba hecho.

 

El niño había aprendido a no atarse emocionalmente a nadie e iba en camino de convertirse en un psicópata.


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