Sociedades traumatizadas

Al llegar a Berlín me llamó la atención que entre algunos jóvenes  amantes de la música clásica -e intelectuales de izquierda- existía un tabú musical: Wagner.

Algunos con los que hablé del tema argumentaban que esta música era excesivamente "patética", pero no hay que ser demasiado perspicaz para sospechar que el motivo real es otro: a saber, la querencia de Wagner por el antisemitismo de Hitler y la identificación del régimen Nazi con su música.

En Israel, un pueblo que muestra los clásicos síntomas del trastorno por estrés postraumático y es hipersensible a todo aquello que pueda ser considerado de algún modo, por lejano y absurdo que nos parezca al resto del mundo, como una provocación, es prácticamente imposible la representación de esta música.

Un evento, con obras de Wagner en el programa, que debía tener lugar el 8 de Junio del 2012 en la Universidad de Tel Aviv fue anulado por la universidad con el argumento de que el concierto traspasaba "la delgada línea roja y hería los sentimientos de los supervivientes del Holocausto".

En Francia hace un par de años se anuló un homenaje al escritor de "Viaje al fin de la noche", Louis-Ferdinand Celine, por la presión ejercida en los últimos días por los Hijos e Hijas de Deportados Judíos de Francia (FFDJD). El antisemitismo de Celine era conocido y queda constancia de él en algunas de sus obras, como "Bagatelas para una masacre".  Por otra parte, si como lectores superamos este tabu literario y nos tomamos la molestia de leer otras de sus obras, puede que podamos entender el porqué de este antisemitismo.

Y es que del mismo modo que para entender el comportamiento de la gente - sobre todo el extravagante o grotesco- es importante conocer su historia personal, para entender la actualidad social y política es necesario conocer la historia.

Unanmuno decía que "no suelen ser nuestras ideas las que nos hacen optimistas o pesimistas, sino que es nuestro optimismo o pesimismo, de origen filosófico o patológico quizás, tanto uno como el otro, el que hace nuestras ideas." Y opina también, que "la íntima biografía de los filósofos, de los hombre que filosofaron, esa íntima filosofía ignorada, es la que mas cosas nos explica".

Y la historia es la biografía de la humanidad.

Si la afirmación de Unamuno fuese cierta, los filósofos no desarrollarían una teoría para luego vivir en consonancia; sino que sus teorías filosoficas estarían subordinadas a la vida - las vivencias- que tienen o han tenido.

Y no serían entonces las motivaciones racionales las que desembocarían en censuras musicales o literarias sino el miedo, sentimiento humano- aunque más bien hubiera que decir animal- por antonomasia, el que nos llevaría a tomar estas decisiones.

Y si bien es cierto que esto nos quita ciertos grados de libertad de acción, no tiene porque determinar completamente nuestras acciones. Y para que esto no sea así, o sea, para que no sea el miedo el que dirija nuestras acciones, es necesaria la reflexión histórica o biográfica.

Yo defiendo la tesis de que en la actualidad tendemos a ignorar que nuestros comportamientos, acciones, valores y actitudes están en parte histórica en parte biográficamente motivados y no son completamente racionales (esto es más bien una ilusión humana).

Y que si queremos entender al pueblo alemán, al español o a cualquier otro, -evidentemente no existe "el español puro", ni "el alemán puro" pero sí rasgos característicos compartidos, y esto lo sabe cualquier español que lleve un tiempo viviendo en Alemania- deberemos interesarnos por su historia.

De otro modo nos ocurrirá como al filósofo Karl Jaspers que al definir el comportamiento/delírio psicótico como "incomprensible" sentó un dogma que frenó la investigación de las posibles causas - muchas veces biográficas- de estos comportamientos o creencias.

Y si no hay comprensión, no hay empatía y la terapia se reducirá a intentar eliminar estos comportamientos.

En psiquiatría con sedantes, en las sociedades, última ratio, con guerras.