El brillo en los ojos

Leí no sé dónde que un grupo de personas, creo que eran mujeres, habían decidido desterrar los espejos de sus vidas.

 

No recuerdo si la intención era definitiva o por un tiempo, pero en sus declaraciones públicas afirmaban que al poco tiempo de hacerlo ya sentían una gran liberación.

 

¿De qué se liberaban exactamente estas mujeres?

 

De la tiranía de la imagen -me imagino que contestarían ellas.

 

Es cierto que los espejos ejercen sobre nosotros una atracción casi mágica. Son pocos los que resisten la tentación de mirarse  -reafirmarse- constantemente en ellos, además tendemos a pensar que (gran) parte de nuestra autoestima está condicionada por la imagen que este nos devuelve.

 

Así me ven los demás, pensamos. (Que esto no es tan sencillo queda claro en el ejemplo de una persona anoréxica: ella se ve gorda mientras los demás ven un saco de huesos).

 

 

Durante los primeros meses de vida el niño no es capaz de reconocerse en el espejo.

 

Su espejo es la madre*.

 

Ésta -en el supuesto ideal- además de proporcionarle alimento, arropo y protección, es lo que el niño ve. En cierto sentido un estadio anterior y condicionante de lo que el niño verá más adelante allí reflejado, un pre-reflejo.

 

Y en esta primera etapa, el bebé, además de no reconocerse en el espejo tampoco es capaz de percibir límites entre él mismo y su madre; ésta es asumida como una prolongación del propio cuerpo.

 

Si la madre es "suficientemente buena" y cumple sus funciones el niño irá desarrollando una seguridad y una relación positiva con su madre y - por lo dicho arriba- consigo mismo.

 

 

*o primera persona de referencia

 

 

Durante mucho tiempo se creyó que la función de la madre era simplemente proporcionarle alimento al niño. Sin embargo, a muy tardar con los experimentos de Harlow y Spitz, se proporcionó una base empirica para aquello que hoy en día se acepta como obvio; además de alimento, el niño necesita protección, contacto físico activo y, por ende, y sobre esto trata este escrito, aquello que en la investigación sobre el apego se denomina "el brillo en los ojos de la madre".

 

Puede que esto último no sea absolutamente necesario para sobrevivir, pero es básico para el desarrollo del autoconcepto y la autoestima. El brillo en los ojos desaparece cuando una persona se deprime y ese es el motivo de que la depresión materna en las primeras etapas de vida - la madre estará demasiado ensimismada para poder reconocer las necesidades afectivas del niño- tenga una influencia tan devastadora en el desarrollo de la personalidad del niño.

 

Al crecer el niño se irá dando cuenta de que él no es su madre y que su comportamiento -de nuevo el supuesto ideal- tiene influencia sobre ésta; su llanto provoca que la madre le alimente, su risa provoca la risa de la madre, y por ende, en un nivel más sutil; su imagen-persona provoca en la madre el "brillo en los ojos"; el entusiasmo de la madre con su hijo que hará que este tenga la sensación de ser único y querible.

Lacan, como tantos otros psicoanalistas, se interesó por el espejo y su función en el desarrollo de la psique.

El estadio del espejo es para él la etapa de desarrollo que va de los 6 a los 18 meses. En esta etapa el niño experimentará un gran júbilo, al re-conocerse en el espejo. Para Lacan esta alegría es efímera y engañosa, pues aquello que el niño ve en el espejo y que identifica con su yo, no es más que una imagen de él, una imagen que además esta separada de éste y no le pertenece. Una ilusión. Un reflejo.

 

Ya tenemos pues los cimientos de las dos partes del yo:

  • el reflejo en los ojos de la madre y
  • el reflejo en el espejo

La primera no sólo es la más importante sino tambien la única que tendrá una influencia significativa en nuestra autoestima y autoconcepto,y sobre esta iremos incorporando nuestras vivencias futuras y construyendo nuestra personalidad.

 

Y es también la que permanecerá más inaccesible a nuestra conciencia.

 

¿Y la segunda? La segunda -el reflejo en el espejo- quizás no sea más que una superficie de proyección. Una simplificación como otras tantas, algo asequible, modificable, influenciable, inmediato y concreto.

 

Sobre lo primero ya no tenemos influencia; es pasado. Lo segundo intentamos constantemente modificarlo.

 

Al final nuestro reflejo en el espejo es una imagen cargada de significado,  llena de atribuciones inconscientes.

 

 

Si esto fuese así, el alivió de esta gente que ha decidido no mirarse al espejo sería engañoso o cuanto menos efímero. (Aunque podría ser una oportunidad, ya que al perder esta superficie de proyección de pronto pueden comenzar a ver algo más).

 

William James decía que "nuestra imagen está en la mente de los otros". Pero la mente de los otros es un sistema cerrado al cual no tenemos -ni podemos tener- acceso. Por consiguiente nuestra imagen tiene que estar en nuestra mente.

 

Quizás sea lo que queda del brillo de los ojos de nuestra madre.


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Comentarios: 2
  • #1

    Ramón (miércoles, 21 agosto 2013 17:52)

    Muy interesante!!

  • #2

    Ramón (miércoles, 21 agosto 2013 20:53)

    Puestos a “especular” sobre tus “reflexiones” a propósito de “El brillo en los ojos”, me adelanto advirtiendo que desconozco lo que Lacan dijo sobre el tema del espejo y el desarrollo de la psique.
    La primera relación que conozco entre el espejo y la manera en que se forma parte de la personalidad, la remonto a la mitología griega referida a “Narciso”, su relación con las doncellas, la ninfa Eco, y la diosa de la venganza Némesis etc.
    Tanto el rasgo de personalidad narcisista como la auto-estima, el auto-concepto, y otras cosas que caracterizan nuestras personalidades, tienen una estrecha relación con nuestras “re-flexiones” y “re-laciones”. (Utilizo el plural “personalidades”, tanto para conectar con tu interesante consideración sobre “Humano, demasiado humano” como con los comentarios que Juan Luis hace sobre “la mentira”, y que espero poder comentar otro día; además sobre el tema de la personalidad múltiple referida por primera vez en una obra de Lope de Vega y cinematográficamente tratada en la película “El extraño caso del Doctor Jekyll y el señor Hyde)
    Sobre la importancia que tienen las relaciones con otros seres semejantes, acepto las aportaciones que hacen los autores que citas (Harlow y Spitz). La carencia de “contacto” con la madre (principalmente) y también con otros semejantes, atrofia el desarrollo personal y social de los sujetos. Además de los estudios experimentales realizados con animales y los ex-post-facto, que han sido estudiados por psicólogos experimentales, a partir de casos similares al que trata F. Truffaut en su película “The wild child” (El niño salvaje), se han constatado, no solo deficiencias en algunos troquelados importantes, sino otros tipos de limitaciones cognitivas y emocionales.
    Me rio, recordando otra película casi con el mismo nombre que la de Truffaut, pero de Chaplin “The child” (El niño), que relata el caso del abandono de un bebé, no en la selva, sino en una ciudad y que es criado por un “hombre pobre”, que no es lo mismo que un “pobre hombre”.
    En esta película se reflejan, tanto las habilidades adquiridas socialmente gracias a su cuidador, inicialmente no dispuesto, aunque posteriormente pre-dispuesto a hacer todo lo posible para no perder las mutuas relaciones de afecto e intereses para sobrevivir en un contexto social urbano, (romper cristales para que los repare el padre adoptivo), como las utópicas, que serían las que se desarrollarían si todos fueran como ángeles y así se comportaran (el sueño que el protagonista tiene).
    Pero volviendo al tema del espejo. Considero que entre las diferencias entre el comportamiento “re-flejo” y el “re-flexivo”, están tanto las reacciones “auto-máticas” como las “auto-controladas”. ¿Podríamos decir que existe una total y absoluta diferencia entre ambos modos de comportamientos? ¿O se puede aceptar que entre ambos hay una relación de mutua interacción? Es decir, que los comportamientos auto-controlados que repetimos muchas veces, pasan a ser auto-máticos. Podemos discutir si es por causa de factores in o sub conscientes o por factores de entrenamiento o por ambos.
    Creo que es útil considerar, a la hora de reflexionar sobre la versatilidad que pueden tener los conceptos de auto-estima y auto-concepto, tanto lecturas como la que desarrollan: Baumeister, Roy F., Campbell, J. D. Krueger, Joachim I., Vohs, Kathleen D., en el artículo “El mito de la autoestima” aparecido en la revista Investigación y Ciencia de marzo del 2005, en el que se argumenta que “Fomentar la autoestima no mejora el rendimiento académico ni desalienta la mala conducta”, como los intercambios que tenemos quienes ocasionalmente nos reunimos para leer y comentar en grupo tus escritos. Gracias y perdona el que me haya extendido tanto en el comentario por efecto de las aportaciones de los conter-tu-lios. Salu2