El hombre es una animal con muchas posibilidades. Por ejemplo tiene la cualidad de poder sentirse muerto, aunque esto pueda parecer una paradoja.
Muchos de nosotros habremos oido alguna vez la expresión sentirse muerto (quizás incluso hayamos sentido algo parecido).
El llamado síndrome de Cotard va más allá; la persona ya no siente que está muerta, lo sabe.
Aquí se ha producido el salto cualitativo que va de la neurosis (sentirse muerto) a la psicosis (saberlo).
La diferencia entre estos dos estados está en que en el primer caso el paciente sabe que es una sensación subjetiva e incompatible con la realidad. En el segundo se trata de una
certeza -que brota del sentimiento- tan grande que admite incoherencias.
Los humanos estamos llenos de contradicciones -suele decir un amigo mio. Y no sólo los psicóticos, aunque en ellos estas contradicciones son algo más llamativas.
La disciplina de psiquiatria se asienta sobre un gran malentendido.
Los manuales diagnósticos que la definen -DSM-5 (america) y ICD-10 (Europa) - describen minuciosamente los trastornos mentales obviando que, hoy por hoy, no existe una definición de normalidad.
¿Y si no sabemos qué es ser normal, cómo podemos decir lo que es anormal?
Por ejemplo, la fe sería, si aplicasemos los criterios diagnósticos de estos manuales, un delirio. Así que, para no convertir a la mayoría de la población en trastornados - y perder así toda credibilidad-, se ha creado un criterio adicional que la salvaguarda: el del consenso.
Así pues, vemos que la psiquiatría no se basa en la lógica, de otro modo el criterio de consenso no tendría cabida.
Así es que no nos hagamos los sorprendidos si nos topamos con alguien que afirme estar muerto.
Y si queremos convencerle de lo contrario no apelemos a la lógica, pues si hurgamos un poco en nuestro interior nos encontraremos con algunas neurosis, y si hurgamos más aún, también apareceran pequenos o grandes delirios.
Todo es cuestión de grado. Y de consenso. Y estar muerto no esta bien visto.
Y es que nos empecinamos con la lógica y la razón, porque nos parecen más tangibles y nos olvidamos de los sentimientos, que quizás nos podrían ayudar un poco más a la hora de entender a estos zombis.
Pues, si uno se siente muerto, (apatico, vacio, abúlico) en realidad da igual lo que crea. Y como el hombre siempre tiende a buscar una explicación, un sentido, a lo que siente, la conclusión a la que llegan los Cotards es comprensible (pues les proporciona la coherencia necesaria cuando una contradicción se ha hecho demasiado consciente.)
Y ese pasito, ese inociente pasito, es el paso de la cordura a la locura.
Leí hace poco el caso de uno de estos Cotards. Multitud de expertos lo habían explorado de forma exhaustiva intentando encontrar qué fallaba en su cerebro que le hacía creer que estaba muerto, que no existía.
Buscaban, por decirlo con el lenguaje de moda, el centro de la muerte.
Y Eureka! los cientificos dieron con algo.
Verdaderamente el cerebro del Cotard funcionaba como el de alguien que se encontrase bajo anestesia. Aunque quizás, apuntó uno de ellos, este hipofuncionamiento tenía algo que ver con el hecho de que el paciente estaba bajo algo parecido a una "anestesia" (los fármacos que recibía para tratar su depresión).
Ah, los científicos!
Sea como fuere es interesante que la muerte, además de destino ineludible, pueda ser un atributo más de nuestra personalidad.
Escribir comentario
Ramón (lunes, 28 octubre 2013 12:09)
Yo tengo entendido que la diferenciación entre neuróticos y psicóticos está siendo desatendida por falta de criterio delimitador.
Me parece interesante la constatación de que efectos secundarios de una medicación para la depresión (similares a anestesia) produzcan síndromes Cotards.
El "consenso", como criterio de "realidad", "validez" y/o "cientificidad" de algo, si se toma desde una perspectiva "deduccionista" puede llevarnos a aceptar que la mayoría es quien tiene razón al afirmar, hasta Copérnico, que el sol da vueltas a la tierra, pero si lo tomamos desde el "inductivismo" se incluyen las excepciones de quienes pensaron de otra forma que la "mayoría" de los que consensuaban.
Ataulfo Chango (lunes, 28 octubre 2013 14:59)
No sé....quizás mas que considerar a la muerte como un atributo más de nuestra personalidad, me apuntaría a un posible "stand by", a una desconexión temporal de las funciones "computerizadas" de los bio-robots en los que nos hemos convertido.
yvonne (martes, 29 octubre 2013 06:25)
[...]Antes debio ser de otro modo.Antes se sabia-o, quiza, solamente se sospechaba-que cada cual contenia su muerte, como el fruto su semilla.[...]Uno tenia su muerte, y esta concienciadaba una dignidad singular, un silencioso orgullo.
Los apuntes de Malte Laurids Brigge
Rainer Maria Rilke
Ahora , desgraciadamente , la muerte es un tabu y cuando sucede no sabemos afrontarla.