"Los sábados me sacaban de la tienda y del poblado de Scherzhauserfeld para llevarme directamente a la melancolía, ya en el poblado de Scherzhauserfeld reinaba siempre, durante todo el camino, ese silencio interrumpido sólo por ruidos de cubiertos que venían de las ventanas: es sábado, nadie trabaja en nada, la gente está echada en sus pisos en el sofa o en las camas, y no sabe qué hacer con su tiempo. Hasta las tres de la tarde reinaba ese silencio de la tarde, hasta que en los pisos se desarrollaban disputas,y entonces muchos salían de sus alojamientos al aire libre, muy a menudo maldiciendo, gritando o con el rostro devastado.
Los sábados por la tarde los he sentido siempre como un tiempo peligroso para todos, la insatisfacción consigo mismo y con todas y cada una de las cosas, y la repentina conciencia de haber sido realmente explotado durante toda la vida y de carecer de sentido producían ese estado de espíritu, en el que la mayoría caía con aterradora profundidad. La mayoría de los hombres están acostumbrados a su trabajo u ocupación regular; si les falta, pierden instantaneamente su contenido y su conciencia y no són más que un morboso estado de desesperación. Al individuo le pasa lo que a la mayoría. Piensan que se regeneran, pero en realidad se trata de un vacio, en el que se vuelven medio locos.
Por eso todos tienen las tardes de los sábados las ideas más demenciales, y todo termina siempre insatisfactoriamente. Empiezan a desplazar armarios y cómodas, mesas y sillones y sus propias
camas, cepillan sus vestidos en los balcones, se limpian los zapatos como si se hubiesen vuelto locos, las mujeres se suben al borde de las ventanas y los hombres se van al sótano y levantan
torbellinos de polvo con las escobas de ramas. Familias enteras creeen que tienen que poner orden y se precipitan sobre el contenido de sus alojamientos y lo trastornan y se trastornan con
ello.
O se echan y se ocupan de sus dolencias, huyen y se refugian en sus enfermedades, que son enfermedades permanentes, de las que se acuerdan al terminar su trabajo el sábado por la tarde. Los
médicos lo saben, hay más trabajo los sábados por la tarde que en cualquier otro momento. Cuando el trabajo se interrumpe, irrumpen las enfermedades, llegan de pronto los dolores, el
famoso dolor de cabeza de lossábados, las palpitaciones de las tardes de los sábados, los desmayos, los ataques de ira. (...) Y cuando el que ha dejado de trabajar al mediodia
cobra conciencia de pronto de su autentica situación, que en cualquier caso es sólo una situación sin esperanzas, sea él quien se, sea lo que sea, esté dónde éste, tiene que decirse que no es más
que un hombre desgraciado aunque pretenda lo contrario. (...)
En el fondo el sábado es un día temido, mucho más temido aún que el domingo, porque el sábado sabe todo el mundo que queda el domingo aún, y el domingo es el día más horrible, pero despues del domingo viene el lunes, que es un día laborable, y eso hace soportable el domingo. El sábado es terrible, el domingo es horrible, el lunes es un alivio (...)
El hombre no ama la libertad, todo lo demás es mentira, no sabe qué hacer con la libertad, apenas es libre, se dedica a abrir cómodas de vestidos y ropa blanca, a ordenar viejos papeles, busca fotografías, documentos, cartas, va al jardín y escarba la tierra o anda totalmente sin sentido ni objeto en cualquier dirección, sea la que fuera, y lo llama paseo. (...) El sábado después de terminar el trabajo, el individuo y, por consiguiente, todo el mundo esta sólo por completo, porque en verdad y en realidad los hombres solo conviven durante toda su vida con su trabajo, solo tienen en verdad y en realidad su ocupación, y nada más. Nadie puede sustituir al trabajo de otro, cuando alguien pierde a un ser, aunque sea para él decisivo, el más importante para él, el más querido, no perece; cuando se le quita el trabajo, la ocupación, se extingue y, en poco tiempo, muere. (...)
El sábado ha sido siempre el día de los suicidios, y quién ha frecuentado alguna vez durante cierto tempo los tribunales sabe que el ochenta por ciento de los asesinatos lo son en sábado. (...)
Los sábados son los verdaderos homicidas del mundo, y los domingos hacen evidente ese hecho de la forma más insoportable, y los lunes aplazan otra vez la insatisfacción y la infelicidad toda la semana hasta el sábado siguiente, hasta el siguiente empeoramiento del estado mental."
Thomas Bernhard "El sótano"