En el museo Pompidou de Paris hay una habitación concebida por Joseph Beuys. Las paredes son redondas y de fieltro marrón y al entrar uno tiene una agradable sensación de calidez y
arropamiento.
Un conocido neurocientífico decía que el hombre vive los primeros nueve meses de su vida en perfecta simbiosis con su madre y luego pasa el resto de su vida anhelando esa unión.
El mito de la media naranja de Platón habla de ello.
Decía Platón que en el principio de los tiempos los seres humanos eran completamente redondos; tenían cuatro brazos, cuatro piernas y dos sexos. Tan perfectos eran, que los dioses sintieron
envidia y los cortaron por la mitad. Por piedad les dejaron los organos sexuales para que, al encontrarse dos mitades, se acoplasen perfectamente. De este modo, al menos en el acto sexual, los
hombres volverían brevemente a revivir esta plenitud.
El amor sería la única forma de escapar al sentimiento de soledad que nos invade desde entonces.
Otra solución sería la vuelta a la matriz.
Todos hemos tenido momentos en nuestra vida en los que hemos deseado volver a la infancia y que algún adulto tomase las riendas de nuestra vida. Y a veces pasan cosas que nos hacen perder la
seguridad adquirida.
Los psicoanalistas llamán regresión al mecanismo de defensa que consiste en volver a mostrar comportamientos propios de una edad inferior.
Tambien nos podemos quedar estancados en una fase. El típico marido que pasa de depender de su madre a hacerlo de su mujer tan solo es en apariencia un adulto.
Algunas enfermedades tambien nos protegen de afrontar lo que se avecina.
La regresión y el estancamiento nos eximen ante nosotros mismos y ante el mundo de responsabilidad, evitamos progresar - probar y desarrollar nuevas aptitudes- y podremos permanecer dónde estemos.
Pues quién sabe qué no espera allí, quizás no seamos capaces de afrontar los retos.
Ya lo dice el dicho: "más vale malo conocido...." y encima a veces lo conocido no es tan malo...a veces tan solo es aburrido.
En su teoria psicosocial del desarrollo de la personalidad Erick Erickson hablaba de que la formación de la personalidad consiste en la superación progresiva de etapas.
En el punto de inflexión entre etapas se produciría una crisis y dependiendo de cómo la superemos seguiremos adelante o nos estancaremos. La superación de las etapas requiere mucho valor, pues
siempre nos enfrentamos a algo desconocido.
Síntomas de estancamiento pueden ser sentimientos constantes de rumiación, frustración o aburrimiento. Darle vueltas a alguna preocupación hipotetica, sobre la cual no tenemos ninguna influencia
puede ser una excusa para no enfrentarnos a frentes más reales.
Una experiencia traumática tambien puede hacernos regredir. Es el caso de muchos soldados despues de haber vivido el horror.
Erase una vez un padre que no podía querer a su hijo. Un día enervado por sus chillidos se hartó y decidió darle una buena lección.
Fuera de sí, lleno la bañera de agua hirviendo y allí lo sumergió.
Cuesta imaginar que pasó por la mente del niño en ese momento pero en los días siguientes perdió muchas de las faculatades que había adquirido; dejo de hablar, dejo de ir en bici, dejo de saber
comer solo, dejo de nadar....se convirtió en un bebe de seis años.
Poco a poco fue reaprendiendo algunas cosas, pero nunca volvió a ser el mismo. Y nunca consiguio ser autonomo.
El mundo era malo y lo mejor era quedarse en casa -con su madre- aun a costa de su vida.
A falta de amor sólo le quedaba volver a la matriz.
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