"No sabemos quién somos hasta que nos oimos contando nuestra historia"
La memoria humana no es infalible. No funciona como un ordenador que almacena y ordena los recuerdos por orden de aparición. Nuestra memoria es dinámica. Nuestra autobiografia es voluble y
susceptible de modificaciones. El cerebro va seleccionando e integrando en nuestra historia lo que le interesa recordar, quedando aquello que no en una especie de limbo. Y a la hora de recordar
dependerá mucho de nuestro estado de ánimo el que recordemos unas experiencias u otras y cómo las recordemos. Que la memoria funcione de manera aparentemente tan ineficaz tiene una explicación.
Nos protege de recordar cosas que preferimos olvidar, lo cual es bueno para nuestro autoconcepto.
Si la memoria fuese infalible nos ocurriría lo que les ocurre a aquellos que no pueden olvidar: tampoco pueden vivir.
La psicóloga norteamericana y experta en memoria Elisabeth Loftus estuvo estos días en Berlín para hablar del tema al que ha dedicado su vida de investigadora: las "memorias falsas".
En los años 60-70 se produjó un fenomeno social curioso, y sospechosamente similar al que observará Freud medio siglo antes. En el transcurso de la psicoterapia algunos pacientes accedian de pronto a recuerdos traumáticos y estos iban desde haber sido víctimas de abusos sexuales de niños hasta haber sido obligados a participar en misas satánicas.
Además, los perpetradores de estas atrocidades, solían ser los padres. De pronto multitud de padres se vieron acusados, según ellos falsamente, por sus hijos de violadores.
Freud -presionado por el puritanismo de una época que no podía aceptar que estas cosas ocurriesen, y menos aún en el seno de familias respetables y acomodadas- tuvo que retractarse y "reconocer"
que los pacientes se habían imaginado los abusos: era el deseo de los pacientes el que les llevó, de niños, a fantasear sexualmente con sus padres, los complejos de Edipo y Electra nacían, son
los hijos los que quieren acostarse con sus padres, siempre.
Los años 60 y 70 fueron una época muy distinta y mucho más liberal que la de Freud. La gente se revelaba en las calles contra los políticos, contra el establishment, pero había resistencias y en definitiva el tabu seguía siendo tabu. Elisabeth Loftus fue una de las científicas que salieron en defensa de los padres y a ella debemos la interesante teoría de que estos falsos recuerdos podían haber sido inducido por los propios terapeutas.
La situación terapeutica es muy delicada. En la intimidad de la consulta el paciente se encuentra sólo e impotente ante un terapeuta incompetente o demasiado implicado que puede causarle mucho daño.
Pero aun siendo esto cierto, no lo es menos que el abuso sexual de padres a hijos existe y ha existido siempre y que también existe la amnesia postraumática y es posible acceder, en el curso de la terapia, a recuerdos reprimidos no inducidos por el terapeuta.
La memoria colectiva funciona de forma similar a la individual; las sociedades prefieren no cuestionar, pues cuestionar es dudar, la duda precede a los cambios y tendemos a la inercia. La situación de impotencia -siempre que no transpase un límite- es preferible a la de libertad.
No queremos creer que el mal existe -y no precisamente en el infierno- y que, en ocasiones, los padres son los peores verdugos. Nadie quiere creer esto y si hay gente dispuesta a hacerlo, antes de indignarnos y acusarles de crédulos, deberiamos preguntarnos porqué, pues los recuerdos son muy manipulables pero los sentimientos de los que emanan son mucho más sólidos.
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Ramón (lunes, 21 septiembre 2015 13:55)
Es cierto que, en algunas épocas, la moralidad ha sido diferentemente sentida y practicada por la mayoría de los componentes de una sociedad. La "victoriana" se caracterizó, entre otros aspectos, por la doble moral sexual. Las organizaciones que tienen una larga vida, como la iglesia, han pasado por épocas con más de una moral, no solo en lo sexual, sino en la economía, la violencia de las guerras, etc. Hace poco, los escándalos sexuales de los ministros de Dios y servidores de Satanas, no eran aceptados, como reales, por los feligreses. Contribuían a ello las políticas ocultistas de la jerarquía superior. Las medidas que tomaban era el traslado de lugar. Actualmente, gracias a los medios de comunicación, se han destapado hechos que se asemejan a lo que han hecho algunos investigadores de legajos guardados en la biblioteca vaticana y/o en otros archivos que para acceder a ellos era complicado. Entre adivinar causas y descubrir y/o demostrar, como funcionan las causas, hay una diferencia. Entre la ciencia ficción de Julio Verne y la realización de artefactos para estudiar el cosmos, hay diferencias.