Puede que los no creyentes lo tengamos un poco más fácil, aunque no estoy muy segura. En mi caso durante mucho tiempo tuve mi Dios particular (aunque poco original): mi padre. Sus sentencias sentaban cátedra y tuvieron que pasar muchos, muchos años y unas cuantas decepciones para que al fin me atreviese a cuestionarlo.
Los padres son los primeros representantes de la autoridad en nuestras vidas. De ellos, no de la tan conjurada educación sino de lo que a ella escapa -el ejemplo entre otras cosas- aprenderemos a cuestionar, respetar o temer a la autoridad.
¿Qué significa respetar a la autoridad?
En un libro para niños alemán (Pedro el melenas), recientemente reeditado en español, un médico alemán de mediados del SXIX, nos explica que ocurre cuando los niños se portan mal y no obedecen a sus progenitores; perdida de miembros, ostracismo y muerte son algunas de las consecuencias.
Un inteligente ilustrador, casi un siglo después y en vista del éxito apoteósico que tuvo esta pedagogía en Alemania, se atrevió a replicarle. En un verso de su anti-libro resume lo que les ocurre a los niños que NO cuestionan a sus padres y les obedecen ciegamente.
"Si tragas toda la comida del plato -dice-, sin importar que tengas hambre o no, si te olvidas de jugar -para no molestar- si, en definitiva, haces todo lo que tus padres te digan sin cuestionarlo, años después, siendo ya un hombre, seguirás temiendo y obedeciendo de igual modo a las autoridades, que para esas fechas -por suerte o por desgracia- ya no serán tus padres sino tu marido (o tu mujer), tu jefe, los políticos, tu médico, tu psiquiatra, tu jefe etc...
Si alguna vez, con mucho esfuerzo por tu parte -o después de una gran caída- consigues cuestionar tus autoridades, te darás cuenta de que has comenzado un camino interminable y angosto.
De pronto todo puede parecerte una tomadura de pelo:
- el amor romántico es para siempre
- la televisión informa
- la depresión tiene una causa orgánica
- la esquizofrenia hay que tratarla con medicación
- los ricos son más listos
- los políticos trabajan para mejorar nuestra situación
- las nuevas tecnologías nos ayudan a socializarnos
- sin móvil no se puede vivir
- los académicos son más inteligentes
Y además, con asombro observarás que ni siquiera los que podrían beneficiarse de esta actitud crítica, van a embarcarse en algo tan descabellado: por pereza e inercia pero sobre todo por miedo (ese miedo tan viejo y familiar). Y es que no hay nada que de más miedo que la libertad, aunque sea la de pensamiento.
Todo esto para alivio de las propias autoridades. Y es que si no les obedeciésemos ciegamente no podrían manipularnos con tan poco esfuerzo.
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Ramón (martes, 27 octubre 2015 23:02)
Obedecer tiene inconvenientes parecidos a actuar por imitación. El modelo influye, el sujeto también, la relación entre ambos, las distancias temporales, el contexto de ambos, etc. Los modelos sugestivos me gustan menos que los sugerentes. Y pasadas muchas experiencias aprendes que aprender es limitarte, hay que desobedecer para crecer, mejorar, para por lo menos no llegar al mismo sitio al que llegó el que mandaba o el modelo.