Drugstore Berlín

Meskalina soy feliz

Cuando estás dentro de mí

Siempre que me besas

En la boca o en la nariz

Haces que me vuelva loco

No puedo parar de reír...

 

 

 

El ser humano siempre ha sentido fascinación por las drogas.

 

Desde tiempos inmemoriales estás sustancias se han usado con fines lúdicos y medicinales y se puede decir que los problemas que se asocian a su uso y abuso no comenzaron hasta que fuimos capaces de controlar su producción.

 

Y es que, como decía Escohotado, especialista en la materia; "del ser humano, y en modo alguno de las drogas, depende que remedien o dañen".

 

Los griegos ya sabian esto y por ello les dieron un nombre ambigüo; Pharmakon, lo que cura y envenena.

 

Pero si hay algo que el ser humano sabe hacer bien, es proyectar hacia fuera todo lo que no le place, es decir, buscar chivos expiatorios.  Y esto también lo sabían los griegos que llamaban Pharmakós al chivo expiatorio.

 

Las drogas son pues otro de los muchos chivos expiatorios de los que precisa el hombre para poder soportarse a sí mismo y los demás.

 

Y el que hoy siga pensando que las malas son las drogas y la solución su prohibición está cayendo en el error -error que por naturaleza estamos condenados a cometer eternamente- en el que cayeron los americanos cuando pensaron que, con la ley seca (La prohibición del alcohol en 1920)

 

los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las carceles y correccionales quedaran vacios. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno.

 

 

Obviamente no fue así, el paraiso tampoco esa vez vino y la ley se derrogó en 1933 por haber producido "injusticia, hipocresia, criminalización de grandes sectores sociales, corrupción abrumadora y creación del crimen organizado" Escohotado).

 

 Pues nunca fue la droga y siempre el ser humano el problemático.

 

Berlín es hoy por hoy lo que quizás fue Valencia (la ruta del bakalao) a finales de los anos setenta, principios de los ochenta; la ciudad de los clubes (antes discotecas) y las drogas de diseño.

 

¿Por qué tomamos drogas?

 

Psicosocialmente hablando puede que la ruta, sustancias incluidas, fuese la respuesta de los jovenes valencianos a un pasado reciente de guerra y dictadura. Y es que cuando acaba un trauma, al contrario de lo que se cree, suele venir un periodo de frenesí, de huida, la huida a ninguna parte, que termina cuando acaba la droga o llega el lunes.

 

Quizás aquellos jovenes fueron los chivos expiatorios de una generación obligada a olvidar horrores. Quizás se drogaban para borrar las huellas que dejó en ellos el pasado reprimido por sus padres.

 

Y Berlín, puede que en Berlín lo que los jovenes no quieran ver sea el presente o el futuro, que se les presenta bastante más problemático y complicado que a sus padres.

 

Suma sumarum se puede decir que tomamos drogas porque siendo humanos, por tanto débiles y asustadizos ¿cómo ibamos a resistir la tentación de traer el cielo a la tierra?.

 

"Dos compimidos son más eficaces que un mes de vacaciones", "forma inofensiva de curar la tristeza" son ejemplos de eslogans publicitarios de anfetaminas legales en el siglo pasdo. También las ilegales vienen con promesa de felicidad.

 

¿Motivos individuales? Infinitos.

 

Evadirse, divertirse, conocerse, socializarse, copular, matar el aburrimiento (o cosas muchísimo más terribles), motivarse, trabajar mejor y más rápido, no saber decir que no o no ver alternativa o creer al experto cuando nos dice (sin haberlo comprobado antes) que al cerebro de nuestro hijo le falta dopamina o cualquier otra sustancia, son algunos.

 

Pero sea como sea las drogas siempre seran el gran sustituto.

 

Sustituto de algo que idealmente sólo podemos darnos los seres humanos, pero que, o bien realmente nunca pudimos darnoslo en dosis suficiente o vamos perdiendo, poco a poco y a trompicones, la capacidad para hacerlo.

 

Necesitamos sustituto y como decía aquella canción valenciana, eslogan de la ruta:

 

Tú no eres como las demás
Pura ruina y nada más
En cambio, tú eres un amor
La reina de mi corazón

 

Y respecto a su nocividad y de nuevo con Escohotado:

 

al fuero interno de cada uno incumbe decidir si el remedio es adecuado a la enfermedad, peor que ella o acaso origen de la enfermedad misma.

 

Tu decides.

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Ramón Ribes Noguera (miércoles, 20 septiembre 2017 19:00)

    Interesante reflexión ¿educativa y/o preventiva? De cada uno depende, en parte, a que nos ad-herimos para no herirnos, a los Pharmakos
    materiales y/o sociales, de forma consciente, inconsciente o subconsciente.