Miento luego existo

Una de las características que distinguen al ser humano del resto de los animales es su gran potencial para la mentira y la impostura.

 

Mediante el juego simbólico, en el que el niño hace "como si" fuera otra persona, éste ensaya los roles que le harán falta para desenvolverse en el teatro del mundo. La finalidad del juego no es aprender como es ser una enfermera o un bombero sino practicar la capacidad para asumir y desempeñar distintos roles. Para impostar.

 

Los niños que no practican el juego simbólico, en alguna de sus variantes, por ejemplo los autistas, suelen tener serios problemas en la interacción social.

 

Mentir e impostar son capacidades vitales y si no somos capaces de hacerlo estamos perdidos. El que intente sobrevivir creyendose la versión oficial del mundo y del ser humano y actuando en consecuencia tiene muchas papeletas para convertirse en un pringado.

 

Pues la versión oficial dice que el mundo y el ser humanos son como quisieramos que fuesen - y no como realmente son. Si te crees la versión oficial solo te sentirás bien si has tenido la suerte de nacer en el lado de los ganadores.

 

Y es que el mundo siempre nos presenta su lado positivo, dedicando grandes esfuerzos para ocultar su otra cara. (Y aunque pueda parecer increible solemos caer siempre en la trampa.)

 

Machacamos a preceptos morales -Humildad, Pacifismo, Sinceridad...-nocivos (por unilaterales) a nuestros niños para que más adelante estos constanten que estos más bien brillan por su ausencia.

 

Por suerte (y a veces por desgracia) muchos niños además de escuchar lo que los adultos predican, observan su comportamiento (parámetro bastante más fiable) y sacan sus propias conclusiones. Muy pronto se darán cuenta que fuera de casa (o incluso dentro) el seguimiento de estas reglas no les lleva a obtener lo deseado.

 

Y si además eres de los que no se conforman con subsistir sino que pretendes triunfar, es decir, conseguir fama, riqueza y poder (que es lo que se entiende por triunfar) entonces no te bastará con saber impostar;

 

deberás convertirte en gran experto de la impostura.

 

 

 

* Si alguién pone en duda esta hipótesis le propongo un experimento:

 

-Pregunta a algún exitoso (cuanto más exitoso mejor) y si en sus respuestas aparecen con una frecuencia mayor de lo normal palabras como esfuerzo o capacidad de trabajo la hipótesis queda corroborada. Si no es así es que te has topado con alguna de las poquísimas excepciones, lo cual también confirmaría la regla.

 


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Comentarios: 1
  • #1

    Ramón (miércoles, 21 marzo 2018 19:40)

    El tema me retrotrae a la presentación de la novela de Javier cerca El impostor. La mentira, no tiene ni el mismo perfil ni el mismo contenido que el "como si". Tampoco podemos demostrar que lo que no es verdad sea mentira. Entre estos conceptos existe una tierra de nadie, hasta que alguien la anexiona a su terreno, unas veces de forma intencional, otra involuntariamente, pero, no lo consigue ni siempre ni para siempre. Podemos pensar que la realidad no es más que una de las posibilidades. Por consiguiente, el conjunto de las posibilidades es mayor que el de las realidades. La mentira, y el "como si" son más ric@s y, en ocasiones, más enriquecedoras que la realidad. El profesor Perinat publicó hace años un interesante artículo sobre el juego fantasioso de los niños. Me resultó tan interesante que cada vez que lo vuelvo a leer "como si" fuera la primera vez me encuentro como si estuviera en una espiral que gira y, según el sentido en que lo hace, me da la "impresión" de que se va o se acerca. (El artículo se titula Prolegómenos para una teoría del juego y del símbolo. Publicado en 1995 en la revista de Psicología Cognitiva) Por ejemplo dice: Trazar un marco es análogo a delimitar un subconjunto dentro de un conjunto. Si se delimita a partir del conjunto, está uno actuando "desde fuera" (como observador); si se delimita como extensión (gödelización), a partir de un conjunto primordial, uno se constituye, ipso facto, en observador; (Uno "construye" el afuera con respecto al cual puede reconocer el adentro que no existía porque no existía el afuera). Por otra parte, uno deviene observador cuando des-delimita fronteras (la demarcación que separaba conducta de signo); por lo que resulta paradójicamente (¿o reflexivamente?) que, sólo entonces, uno se otorga la capacidad de trazar fronteras (frames). En una nota que Juan A. García Madruga añade al comentario del artículo mencionado, dice: Sobre la habilidad para mentir y enmascarar propia de los humanos y su relación con el lenguaje merece la pena consultar el trabajo de George Steiner titulado "Creative Falsehood" 1984. Gracias por hacer pensar.