Hay una frase de Sigmund Freud que dice algo así como que lo único que se puede esperar de la psicoterapia es que transforme tus neurosis insoportables e incomprensibles en problemas cotidianos y sobrellevables.
Y es que Freud, aunque cometió algunos errores y fue incapaz de desvincularse de su contexto en algunos aspectos, era un científico cuyo pensamiento siempre estuvo en movimiento y que no dejo de autocuestionarse durante toda su vida. Y como todo verdadero científico tenía una cualidad de la que carecen la mayoría de los coachs, terapeutas e incluso muchos "celebrados" científicos actuales; la prudencia.
A Freud nunca se le hubiese ocurrido prometer felicidad a nadie.
Cuando comencé a trabajar de psicologa clínica pense en utilizar la frase de Freud pero una colega me advirtió que eso sería un suicidio profesional.
Anunciar que, con suerte, la gente saldrían de mi consulta con poblemas cotidianos no era un buen reclamo, me dijo.
Me fié de mi colega y opte por una frase más neutral.
Nunca sabré si hice bien, pero lo que si parece confirmarse es que la presión social para que seamos felices es cada vez mayor.
Hoy el que no es feliz es porque no quiere, pues para serlo existen muchas opciones personalizables; cursos de yoga, seminarios online, terapias varias, coches fantásticos, viajes, operaciones estéticas, apps de contacto....
Lo paradójico de esto es que aunque nadie es capaz de definir que cosa es la felicidad, ya sabemos que algunos paises lo son más que otros. Y curiosamente a menudo coincide la máxima felicidad con el mayor número de suicidios. Así por ejemplo, el país más feliz del mundo del 2019, Finlandia, ocupa nada menos que el 14avo lugar en tasas de suicidios (solo superado por tres paises europeos).
Y como no podía ser de otro modo, o quizás esta era en el fondo la verdadera aspiración, las empresas ya han descubierto que las personas más felices rinden más y se han apresurado a querer convertir a sus trabajadores en personas muy felices; las startups ya ofrecen a sus trabajadores todo tipo de posibilidades de ser felices en sus trabajos; cervezas gratis, gimnasios, cenas con colegas los viernes, horarios flexibles, infinitas posibilidades de autosuperación....(observen que una subida de sueldo no suele estar entre las prioridades)
Otro hallazgo interesante de algunos renombrados economistas es que la "desigualdad social", que hasta ahora se consideraba uno de los principales motivos de que algunos paises pobres no fuesen tan felices, es en realidad un aliciente para la felicidad. Es decir, que ver lo rico que es tu vecino actuaría más bien como motivador, sería un motivo de esperanza para los pobres y los haría más felices. (Esto explicaría el triunfo de revistas como el Hola entre gentes no demasiado pudientes).
Así que la izquierda se equivoca y en realidad no deberíamos poner tanto empeño en combatir la desigualdad social, sino que habría que promoverla.
Un consejo para tí es que si, a pesar de todos los esfuerzos que científicos, políticos y economistas están haciendo para hacerte feliz no lo estás consiguiendo, puedes recurrir a Instangram, donde al menos podrás fingir.
Pues si bien nadie sabe lo que es la felicidad, todos somos expertos en aparentarla.
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