"Ésta es la nostalgia: morar en la onda
y no tener patria en el tiempo.
Y éstos son los deseos: quedos diálogos
de las horas cotidianas con la eternidad.
Y eso es la vida. Hasta que un ayer
suba la hora más solitaria de todas,
la que sonriendo, distinta a sus hermanas,
guarda silencio en presencia de lo eterno."
R.M. Rilke
Siguiendo con nuestra reciente tradición de debatir lo indebatible queremos invitaros a divagar sobre otro de los temas eternos: el tiempo.
El tiempo, que no es sino el escenario en el que se desarrollan nuestras vida, mientras no lo percibo, se convierte tan pronto como tomo conciencia de él, en lo único importante. Esto suele ocurrir bastante temprano, nuestro primer contacto con él suele ser a través del aburrimiento, la resistencia de las horas a pasar, que es uno de los grandes dramas de la infancia.
Mucho más tarde, constataremos con terror, que ese mismo tiempo que antaño se resistá a transcurrir, se nos escapa de las manos cual arena de playa: cuanto más queremos retenerlo, más rápidamente se esfuma.
Poco a poco el transcurrir del tiempo acaba ocupando un lugar central en nuestra vida .
Derivado del latín tempus la etimología de esta palabra no esta clara; en ingles y alemán existen dos palabras para designar lo que nosotros abarcamos con una: time y weather, Zeit y Wetter. Kronos, el Dios del tiempo, hijo de Urano (cielo) y de Gea (tierra), era conocido por su fuerza devoradora y destructiva, el terrible Dios que devoraba a sus hijos. Saturno, el equivalente romano, es también el Dios de la meláncolia... y curiosamente los melancólicos tienen una relación particular con el tiempo: esa constante sensación de que han llegado tarde a la vida.
Carpe Diem, dice una fórmula antigüa que los occidentales hemos recuperado con furia, obsesionandonos con el no hay tiempo que perder y olvidando aquello que nos enseñaron lo que los hombres grises de Momo: que el tiempo es algo que no se puede ahorrar.
El tiempo....tendemos a pensar en él como algo lineal, aunque Proust nos mostró que es posible recobrar el tiempo perdido, allí donde menos lo esperamos, escondido dentro de una magdalena, por ejemplo. Un bocado de esta magdalena y un deja vú nos llenará de una felicidad que no creiamos ser capaces de volver a sentir....o de un terror, pues al igual que las alegrias, tambien las tristezas se ocultan detrás de algún sabor, olor o música.
Otra de nuestras grandes empresas ha sido la de detenerlo; la inmortalidad es una de nuestras grandes obsesiones. Con Thomas Mann aprendimos que aunque esto no es posible, si podemos escapar a su fatalidad, al menos durante un tiempo, valga la redundancia, pero los científicos, siempre mas soñadores y menos realistas que los romanceros, han llegado a través del cómputo a una conclusión: en el año 2046 venceremos a la muerte. Y los que llegen tarde pueden esperar krionizados.
¿Y que opinais vosotros? ¿Cual es vuestra relación con el tiempo?
Os esperamos para que nos lo conteis en la libreria La escalera.
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