La mejor medicina para la tristeza, la soledad y la melancolía es el amor, la segunda la poesia y la literatura.
En los momentos más bajos de mi vida siempre ha venido a mí, como a Bastian Baltasar Bux su historia interminable, un libro para acompañarme.
„El viaje al fin de la noche“ fue uno de estos compañeros y nunca he dejado de volver a él.
Hace unos días volvió a caer en mis manos y constaté que los clásicos siempre parecen haber sido escritos para el momento actual. Y es que nada cambia, como decía Cioran, otro poderoso desencantado „nuestras verdades no valen más que las de nuestros antepasados. Tras haber sustituido sus mitos y sus símbolos por concetos, nos creemos más „avanzados“; pero esos mitos y esos símbolos no expresan menos que nuestros conceptos. (...) El Saber -en lo que tiene de profundo- no cambia nunca:solo su decorado varía“.
He estado releyendo el libro pues, aunque sospecho que el último gran golpe al pensamiento lógico lo sufrimos hace ya un par de años, la locura progresa. Escucho a consagrados filósofos y filósofas hacer malabares con la lógica y el lenguaje para sostener que la únicar manera de llegar a la paz es la guerra y que tenemos que seguir exportando armas si queremos que la guerra termine.
A justificar este absurdo se dedican libros y más libros.
Y es que ya lo decía Celine, en su viaje:
"la poesia heróica se apodera sin resistencia de quiénes no van a la guerra y aún más de aquellos a quiénes está enriqueciendo de lo lindo. Es normal"
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