Los escépticos, actitud hoy en día intolerable, ya intuían que esa agenda verde hacia la que todos marchamos juntos, sonrientes y cogidos de la mano tenía truco. Pero claro, ellos son conspiranoicos, es decir sospechan de todo infundadamente y nadie -sobre todo después del 2020- los puede tomar en serio.
Otra cosa es que sean precisamente los ecologistas (Greenpeace, WWF entre otros) los que esten alzando la voz contra la llamada transición ecológica. En Alemania esta transición esta siendo impulsada por el partido de los verdes (que gobierna en coalición desde hace dos años) y es justamente contra ellos, antiguos aliados, contra los que arremeten ahora los grupos ecologistas.
La acusación no es baladí: el enorme daño que en el breve periodo que llevan en el poder están haciendo a la naturaleza.
Devastar el habitat de diversas especies de pájaros (cigüenzas, aguilas..) para implantar sus verdes tecnologías, ignorar evidencias científicas (necesidades espaciales de las especies) para seguir con sus planes, hacer excepciones con leyes que implicaban la opinión del pueblo pudiendo o priorizar, apelando a un bien mayor las energias verdes frente a la protección de la naturaleza, son algunas de las acusaciones.
La indignación de los ecologistas es notoria.
La estrategia que se ha utilizado para convencer a todo el mundo es la siguiente: transformar una realidad innegable, la destrucción impúdica de la naturaleza que el hombre está llevando a cabo desde hace varios siglos en nombre del progreso en una consigna sencilla y atemorizadora: el cambio climático, y pretender tener el plan de urgencia y sin alternativa ni apelación posible para salvar el planeta (para nuestros hijos o nietos pues a nuestra generación le ha tocado el sacrificio consistente en no dar prioridad a ninguno de los muchos otro sacrificions que nos están exigiendo).
El proyecto se llama agenda 2030 y está omnipresente gracias a las generosas subvenciones de prácticamente todas las instituciones públicas.
Los verdes se habían estado riendo de las graves críticas que han recibido sus impositivas políticas pues contaban con el jocker de que estas venían de partidos de ultra derecha. Cuando los agricultores se revelaron utilizaron el mismo Jocker. Pero ese Jocker no les sirve en el caso de grupos ecologistas que tienen más conocimiento de causa que ellos mismos y lo que está sucediendo es que los verdaderos intereses de los verdes están quedando al descubierto.
Los grupos ecologistas empiezan a sospechar que los objetivos de estos simpáticos políticos no eran tan loables ni tan distintos de los de los demás partidos ni de los de siempre.
Es decir, que no se trata de construir un mundo mejor y más verde a largo plazo sino, ay! de conseguir más poder y más dinero inmediatamente.
Y si tiramos del hilo de Ariadna aparecerán también los grandes filántropos que parecen haber encontrado la fórmula mágica para enriquecerse haciendo el bien.
La destrucción de la naturaleza, esta vez en nombre del cambio climático, sigue su curso pues como decía Hegel, no pararemos hasta vivir en un mundo artificial, es decir construido por nosotros mismos.
Lo que no es seguro es que vaya a ser mejor.
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Todd (domingo, 14 abril 2024 22:04)
El cambio climático ya pasó. Ahora vamos en un cohete a otro planeta, que es este mismo, solo que inhabitable para la especie humana. Si Hegel de verdad pensaba que el ser humano puede vivir en un mundo artificial, lo borraré inmediatamente de mi lista de lecturas pendientes.
Los ´verdes´alemanes han demostrado hasta qué punto la corrupción que conlleva el poder puede rebajar la condición humana hasta la Mezquindad Absoluta.
Alemania se va a la mierda, gracias a su sumisión a la agenda imperialista del Pato Donald, y a su falta absoluta del liderazgo necesario para plantar cara al sabotaje sufrido por el susodicho y sus vasallos. Pero quizás esto es una buena noticia, porque igual la supervivencia de Europa consiste en la disolución de la UE