TDAH o la enfermedad como identidad

 Cada vez se hace más difícil percibir la diferencia entre el mundo virtual, online, y el físico, aquel en el que interactuamos con toda nuestra persona.

 

Para los más jóvenes esta diferencia se ha diluido casi por completo y la balanza se inclina insistentemente hacia el mundo virtual en el que transcurre gran parte de su tiempo. Es allí donde encuentran sus referentes y lo que aprenden allí es lo que les parece importante y cierto.

 

Esto no es nuevo, a partir de cierta edad los jóvenes dejan de guiarse por sus padres y el foco pasa al grupo de iguales. Este grupo de iguales se encuentra y se comunica hoy mayoritariamente en el mundo virtual. Y es allí también donde buscan y encuentran su identidad.

 

Me llama la atención una tendencia que se ha vuelto muy común entre jóvenes (y no tan jóvenes) en el proceso de búsqueda de identidad; diagnosticar y diagnosticarse. El diagnóstico como etiqueta identitaria. De entre los diagnósticos „de moda“ uno de los más populares es el TDAH, mucha gente comienza a identificarse con él y acuden a la consulta específicamente para „confirmar“ sus sospechas.

 

Es una necesidad humana sentirse aceptado y parte del grupo, como tambien lo es comprender nuestro comportamiento. Esta necesidad es aun mayor si en algún momento de nuestras vidas nos sentimos incomprendidos, insuficientes, raros o diferentes. El diagnóstico nos proporciona un nombre y parece explicar retrospectivamente nuestros problemas.

 

 

Pero esto es una ilusión. Una ilusión peligrosa.  

Describir no es explicar y un diagnóstico no explica nada, es un nombre dado a un grupo de síntomas que suelen aparecer juntos. La explicación para el TDAH, la causa, no se conoce pero se busca, como aquel borracho que buscaba sus llaves debajo de la farola, obstinadamente en los genes. La hipótesis de que se trata de una alteración genética o fisiológica no es más que eso, una hipotésis sin evidencia científica.

 

Y recordemos que un diagnóstico sigue considerándose una desviación y una enfermedad (es por eso lo encontramos en el Manual Diagnóstico Psiquiátrico, DSM).

 

Decía antes que los jóvenes (y no tan jóvenes) buscan hoy sus referente entre su grupo de iguales y en el mundo virtual. Y el mundo virtual no es equivalente a la calle, internet no es un medio tan libre ni neutral como aquella sino que esta sujeto a control, manipulación, selección y censura de información por intereses varios. El grupo de iguales virtual se diferencia significativamente del físico.

 

Por otra parte y como decía McLuhan, el medio es el mensaje y el medio virtual esta modificando nuestras funciones cognitivas, en concreto nuestra capacidad de atención. A través de videos cada vez más cortos y simples se esta generando una sociedad de individuos cada vez menos capaces de concentrarse y comprender información compleja.

 

Con esto no quiero decir que la causa del déficit de atención sea Internet pero si que es un serio agravante.

 

 

Lo que me parece preocupante es que hoy, bajo la consigna de „tolerancia“, se esta validando la enfermedad.

 

Y si la enfermedad es lo normal deberiamos comenzar a preguntarnos qué significa y que implicaciones tiene este oximoron.


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